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¡¿Infractoras? y transgresoras sí!: Las mujeres de la Movida Madrileña, por Soledad Bengoechea

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Soledad Bengoechea, historiadora

La edad de oro, un programa que solo estuvo en antena poco más de dos años, entre 1983 y 1985, sirvió en TVE de escaparate de la movida madrileña y difundió las corrientes musicales y culturales emergentes. Paloma Chamorro era la periodista que presentaba el programa. Resumía de manera memorable el espíritu festivo y desenfadado del movimiento cultural más importante de la España democrática. Con su pelo ingobernable y su rompedor estilo, fue el rostro más representativo de la movida madrileña. La edad de oro fue el programa más influyente y trasgresor de los ochenta. En él lo imprevisible era la norma. Chamorro confesaba que su idea era reflejar lo que estaba ocurriendo musical y artísticamente en España ¡y había mucho por reflejar! Si en la madrileña sala Rock-Ola se concentraba el ambiente cultural por las noches, La edad de oro fue concebido como la cita semanal con las cámaras de esa bohemia. En horario de primera audiencia, el programa se hizo rápidamente un referente de vanguardia generacional. Pero parece que nunca nada es perfecto: a la presentadora le cayeron algunas críticas arguyendo su falta de experiencia. Sin embargo ¿alguien podía haber dado tanto magnetismo en antena como ella? Aparte de hacer buenas entrevistas y presentaciones, simbolizaba ese éxtasis caótico y fresco de la escena musical de aquellos inocentes y libres ochenta. ¡Ah! Hubo algo que tampoco se le perdonó: Paloma Chamorro fue procesada por ofensas a la religión católica después de que en un programa de 1984 apareció un crucifijo ¡rematado por la cabeza de un cerdo! Y ahí acabó el programa.1

Pero, ¿a qué acontecimientos se les ha bautizado con el nombre de Movida Madrileña? La movida fue un movimiento contracultural surgido durante los primeros años de la democracia española y se prolongó hasta mediados de los ochenta. ¿Tardíos continuadores y beneficiarios de Mayo del 68? Defendía una búsqueda de la libertad en todos los ámbitos de vida. La movida se focalizaba sobre todo en locales de ocio en el céntrico barrio de Malasaña, donde salas como El Pentagrama o la Vía Láctea se convirtieron en verdaderos santuarios para muchos jóvenes. Tradicionalmente se considera que el movimiento se materializó con el renombrado Concierto homenaje a Canito en el año 1980. Se promovió desde la Escuela de Caminos de Madrid por los que posteriormente se convirtieron en Los Secretos. El momento cumbre de la movida madrileña fue el 23 de mayo de 1981, cuando los alumnos de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, junto a Klub, organizaron “El Concierto de Primavera”. Más de 15.000 personas se dieron cita en dicho acontecimiento histórico, en un festival de más de ocho horas de duración, en el que participaron en orden y por sorteo Farenheit 451, Alaska y los Pegamoides, Flash Strato, Los Modelos, Tótem, Rubi y los Casinos, Mamá, Los Secretos y Nacha Pop.

El movimiento nació en Madrid, pero muy pronto tomó una envergadura que quizás sorprendió a muchos de sus iniciadores. Se extendió a otras capitales españolas como Barcelona, Bilbao, Torremolinos (Málaga y la Costa del Sol), Valencia y Vigo. Estas actividades contaron con la connivencia y aliento de algunos políticos. Destacó el entonces alcalde de Madrid (entre 1979 y 1986), el socialista Enrique Tierno Galván, “El Viejo Profesor”. No es extraño: Tierno ya se había interesado desde un punto de vista sociológico por la cultura marginal juvenil. El apoyo político a esta cultura alternativa pretendía mostrar que se había producido un punto de inflexión entre la sociedad franquista y la nueva sociedad de la democracia, que las cosas realmente estaban cambiando.

En aquellos años, gloriosos para muchos que los vivieron con curiosidad o fascinación, los jóvenes cambiaron los formalismos de antaño por las frecuentes salidas nocturnas. ¡La noche era vivida como si el mundo fuera a finalizar! Paralelamente, estos jóvenes ─y muchos que no lo eran tanto─ dieron rienda suelta a su imaginación y convirtieron nuevas formas de expresión artística en una modo de vida. ¿Tenía raíces? En efecto. Todo ello había estado germinando desde los movimientos culturales juveniles que anteriormente habían llegado del resto de Europa en los sesenta y setenta, como hemos visto en un capítulo anterior. Con la caída de la dictadura franquista y la desaparición de su aparato represivo, estos movimientos encontraron ya un terreno abonado para desenvolverse sin temor a las represiones y redadas que se producían durante el franquismo.

No se entiende la movida madrileña sin la presencia de grupos de música tan importantes como Alaska y Los Pegamoides, Kaka de Luxe, Radio Futura, Nacha Pop, Los Secretos, Gabinete Caligari y tantos y tantos otros. Fueron también los años de bares como el citado Rock-Ola, de las primeras películas de Almodóvar, de los poemas de Eduardo Haro Ibars, de los cómics más transgresivos que se vendían en El Rastro capitalino, de literatos, de fotógrafos, de modistos, de pintores y de grafiteros.

Era la época de la despenalización de la homosexualidad (26 de diciembre de 1978) y de su nacimiento como revolución sexual, la legalización de la venta de anticonceptivos (27 abril de 1978), la eclosión del feminismo, del laicismo en la sociedad y del uso de las drogas. Dado el desconocimiento que la sociedad española tenía del riesgo de ciertas drogas muy nocivas, éstas provocaron la muerte de una gran cantidad de consumidores. La muerte no fue selectiva, ni de un determinado estrato social: alcanzó igualmente a grandes personalidades de la música, el cine y el teatro.

A principios de los años ochenta aparecieron las revistas La Luna y Madrid Me Mata de Óscar Mariné, y otras publicaciones financiadas por los ayuntamientos de Madrid y de Vigo. La Luna se convirtió en una revista de referencia. Estaba dedicada a la cultura que creaba Madrid. “No es contracultural, porque se ha demostrado que la contracultura no ha servido para nada”, anunció su director.2

Pero la movida no era solo sexo y drogas. La movida era mucho más. Y así lo vivían aquellas personas que la disfrutaron ilusionados en aquellos locos ochenta. Las formas de vestir, las propias letras de las canciones, las “tribus” que rodeaban cada sensibilidad musical: el arte, la pintura, el diseño de las portadas de discos, los fanzines y las revistas. La posibilidad de llevar las cosas más allá por primera vez en 35 años había desatado un desbordado entusiasmo en la sociedad. En la moda, Ágatha Ruiz de la Prada fue un ejemplo perfecto de esto al comenzar un cambio sociocultural: diseñó ropas de colores brillantes complementados con símbolos astrológicos para crear colecciones originales y personales.

Mariví Ibarrola, riojana de nacimiento, fotógrafa y fotoperiodista por vocación, es autora de cientos de imágenes del movimiento cultural y artístico de aquellos años. Suele decirse que si hay una mirada que ha sido capaz de captar cada detalle de la movida madrileña, esa fue la de Ibarrola. Tuvo la ventaja de ser testigo de primera fila de la movida, y de plasmarla con su máquina fotográfica. Gozó de la prebenda de ser compañera de viaje de una corriente contracultural que ha traspasado generaciones. Su archivo fotográfico narra toda una generación de personajes y ambientes que marcaron un hito en la historia de la cultura en España, desde bandas como Radio Futura hasta directores de cine como Pedro Almodóvar.

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid en unos años singulares, Ibarrola supo estar ahí en el momento preciso, en el concierto deseado, entre el público y los camerinos. Pero ella acudía a los actos, ruedas de prensa, conciertos y entrevistas “preparada con un sinfín de datos y bien documentada”, confiesa.

“Hubo mucho más, muchísimo más. La movida era una mensaje ante la vida, una forma de estar, un camino por el que andar”, ha asegurado. Del mismo modo, no comparte que los 80 fueran frivolidad y banalidad. En su desempeño y empeño por captar, siempre ha considerado que “lo importante es lo que capta el objetivo” de la cámara, no lo que ella ha visto.3

Bárbara Allende Gil de Biedma (Madrid 1957), más conocida por su nombre artístico Ouka Leele, es pintora, poetisa y también, fotógrafa, como Ibarrola. Como ella, fue una de las protagonistas principales de la movida madrileña. De formación autodidacta, desde muy joven pasó la mayor parte del tiempo dibujando, pintando y devorando libros de arte. En el Museo del Prado se emocionaba con los colores y pinceladas de los ropajes de El Greco. La misma emoción que le evocaban los colores de la naturaleza. Compañera de artistas de vanguardia como el famoso fotógrafo Alberto García-Alix, el no menos aclamado director cinematográfico Pedro Almodóvar, y el cartelista Javier Mariscal,  destacan las fotografías en blanco y negro pintadas con acuarela, típicas de su expresión artística. Su necesidad de pintar la empuja hacia la fusión de pintura y fotografía, desarrolla así un lenguaje personalísimo, mezcla de escenografía teatral fotografiada y pintura. Según su propia expresión, entiende la fotografía como «poesía visual, una forma de hablar sin usar palabras» (no olvidemos que es sobrina del poeta Jaime Gil de Biedma).

La obra de Ouka Leele se ha expuesto en ciudades como París, Londres, Tokio, São Paulo, Tel Aviv, Shanghái, Beijing, Roma, Buenos Aires, Colonia o Nueva York,. Su nombre artístico tiene origen en un mapa de estrellas del pintor «El Hortelano», en él aparecía una estrella llamada «Ouka Leele», Bárbara quedó maravillada y decidió asumir esta inesperada identidad, quería firmar sus obras así. Reforzada en esta decisión por su galerista, expuso desde entonces su producción artística bajo este brillante pseudónimo.,

En los ochenta, logró detener e tráfico de la Plaza de la Cibeles en Madrid, subida en una grúa, con el fin de realizar la fotografía sufragada por el Ayuntamiento Rappelle-toi Bárbara ─recuerda Bárbara─ (como la canción de Jacques Prévert), que representa el mito de Atalanta e Hipómenes. Un happening que ella encuadra en el paisaje urbano presidido por la fuente. Interactúan unos personajes casi escultóricos, especialmente dos de ellos alineados en el eje central. ¿Tal vez la inspiró una obra de Guido Reni contemplada en el Museo del Prado? La leyenda griega  dice que la ninfa cazadora, incorruptible en su rechazo al amor, desafiaba a sus pretendientes con una carrera, y una vez derrotados les castigaba con la muerte. Para hacer ganador de la contienda a Hipómenes, su protegido enamorado, Afrodita interviene, y arroja en el camino de Atalanta tres manzanas de oro (del jardín de las Hespérides); la heroína, hechizada, se demora… para recoger la tercera. Llega a la meta: vencida en la carrera.4

20 años más tarde la artista volvió a paralizar el tráfico en Cibeles en ocasión de Revive Cibeles, un proyecto de compromiso social en el que denuncia el abuso sexual y el maltrato femenino. A principios del siglo XXI recibió numerosos premios.

No puede finalizar una recreación de la Movida sin hablar de Alaska, conocida como “la bruja buena de la movida”. María Olvido Gara Jova (Ciudad de México, 1963), Alaska, es una cantante, compositora, actriz y presentadora de televisión hispanomexicana, hija de madre cubana de familia asturiana y de un exiliado español. Icono de la movida madrileña, es famosa por su personalísima estética. “Todo lo que me gusta es contra natura”, dice. En 1973, llega a Madrid con sus padres y su abuela materna, el cambio le supone un duro golpe, el estilo de vida era muy distinto al de su país natal. Durante esa época, la gran revelación son los libros y los cómics que sustituyen la cultura televisiva mexicana. Comienza en el mundo musical como guitarra eléctrica del grupo punk  Kaka de Luxe en 1977, y salta a la fama como vocalista con el lanzamiento de «Bailando» perteneciente al grupo Alaska y los Pegamoides. Más tarde alcanza un nuevo éxito con su nuevo grupo Alaska y Dinarama: «A quién le importa» convertido en todo el mundo de habla hispana en el himno gay favorito. Desde 1989 forma parte de Fangoria, último grupo que lidera junto a Nacho Canut, que la acompaña desde sus inicios musicales. La artista ha reconocido su apoyo a los derechos de los animales, oponiéndose públicamente a las corridas de toros y también contra el uso de pieles. Es una de las pocas personas a las que, carne de reality, se las sigue viendo auténticas. “Siempre he pensado que, no escondiendo nada, nada tienen contra ti”, apunta.5

Notas

1. Fernando Navarro. Muere Paloma Chamorro, un símbolo de la movida madrileña, El País, 30 de enero de 2017.

2. Gabriela Cañas,  El País del 15 de marzo de 1984

3. https://www.eldiario.es/cultura/Marivi-Ibarrola-fotografa-movida-Siempre_0_706579638.html

4. https://es.wikipedia.org/wiki/Ouka_Leele

5. Reyes  Zavala. Alaska, la bruja buena de la movida. Mia.