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Semblanzas socio-políticas de figuras relevantes de la Barcelona de las primeras décadas del siglo XX (1), per Soledad Bengoechea

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II Congreso Patronal, celebrado en el Palau de la Música en octubre de 1919 Mundo gráfico. 29/10/1919

Soledad Bengoechea, doctora en història contemporània. Membre del Grup de recerca consolidat “Treball, Institucions i Gènere” i de Tot Història Associació cultural.

Estas pequeñas biografías versan sobre algunos de los principales protagonistas –en su totalidad varones – que tuvieron un papel relevante durante las primeras décadas del siglo XX. Su lectura permite visualizar los vínculos que los grupos específicamente económicos barceloneses mantuvieron entre ellos a través de sus asociaciones de clase y las redes que desarrollaron con otros centros genéricamente considerados como burgueses durante aquel período conflictivo. También permite percibir la connivencia que los líderes de estas entidades establecieron con los militares, con las autoridades civiles, con el propio Gobierno y con grupos paramilitares, como el propio Somatén, las policías paralelas o la Sección Automovilística del Somatén Armado de Barcelona, que podemos considerar un grupo prefascista.

Estos vínculos se activaron mediante la movilización de todos los mecanismos de los centros de poder donde estaban presentes: los partidos políticos, las corporaciones económicas, culturales, artísticas o profesionales, así como Gobernación civil, jefatura de policía, Capitanía General, etc. Estos pequeños rasgos biográficos ayudan, también, a entender la connivencia de intereses que frecuentemente se daba entre los miembros de las diferentes entidades y asociaciones y permiten, sin advertir sorpresa, discernir cómo los hombres que dirigían y formaban las entidades de esparcimiento a menudo eran los mismos que tenían intereses propios –o familiares– en el mundo industrial y comercial de la ciudad y su área de influencia. Lo que lleva a plantearnos un dilema: la dificultad de diferenciar entre los términos de burguesía y patronal.

Cabot Rovira, Joaquim

Joaquim Cabot (Barcelona, 1861-Barcelona, 1951) fue un empresario de la orfebrería, financiero, escritor y político. Era originario de una familia de Mataró. Su padre, de oficio joyero, se estableció en Barcelona en 1843 abriendo un negocio de joyería en la calle Ferran. Su establecimiento fue continuado por sus hijos Francesc, Emili y Joaquim.

Joaquim Cabot, claro exponente de la burguesía catalana, cursó estudios de Derecho. Físicamente era de cara redonda y de piel muy morena.

Como político militó en la Lliga Regionalista, siendo diputado provincial entre 1911 y 1915. En 1914, colaboró con Enric Prat de la Riba en la creación de la Mancomunitat de Catalunya.

En el plano económico presidió el banco Comercial, el Metro Transversal, el teatro Tívoli y la Feria de Muestras. En el año 1919 era vocal de la Comisión Arancelaria del Fomento del Trabajo Nacional y presidente de la Cámara Oficial de Comercio y Navegación (1921-1926).

En el terreno cultural, entre 1901 y 1931 presidió el Orfeó Català. Bajo su iniciativa, en 1908 se construyo el Palau de la Música de Barcelona. También presidió el Centre Excursionista de Catalunya.

Fue un escritor prolífico y fundó y dirigió el periódico La Veu de Catalunya.

A principios de 1920, al día siguiente del atentado a Fèlix Graupera, el presidente de la Federación Patronal de Barcelona, Jaume Cussó, presidente del Fomento del Trabajo Nacional, inició un proceso de organización para formar un Comité permanente de «fuerzas vivas» que actuaría mientras continuasen la conflictividad en Barcelona. Cabot formaba parte de esta Comisión, que viajó a Madrid para entrevistarse con el gobierno y con el propio rey.

A fines de marzo de 1922, como presidente de la Cámara de Comercio, junto con los representantes de las corporaciones barcelonesas, escribió un mensaje al rey solicitando el ascenso de Miguel Arlegui, jefe de policía de Barcelona, a general de División, a la vez que celebraba un homenaje a este personaje.

Durante la huelga del transporte barcelonés de la primavera de 1923, como presidente de la Cámara de Comercio, Cabot reunió en la sede de esa entidad a los representantes de las principales corporaciones de la ciudad con el fin de intentar intervenir en los conflictos. Allí se decidió convocar a todas las “fuerzas vivas catalanas” tanto económicas como políticas, para que se adoptasen medidas encaminadas a resolver la orientación. Días después, y a título personal, enviaba una nota al jefe del Gobierno y al gobernador civil pidiendo que se adoptaran medidas encaminadas a solucionar aquel orden de cosas. Ante la dimisión de este último, Cabot y el resto de representantes de las corporaciones, fueron a entrevistarse con el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, y le informaron que la situación de Barcelona solo podría solucionarse con la intervención del ejército.

En 1924, a los pocos meses de haberse iniciado la dictadura de Primo de Rivera, dimitió como presidente de la Cámara de Comercio.

Cuando en 1936 estalló la Guerra Civil española se quedó en Cataluña, concretamente en el pueblo de Viladrau, en la provincia de Girona, un el lugar donde vivió, tranquilo.

Sert i Badía, Domènech

Domènech Sert ​ (Barcelona, 1866 – Barcelona, 1952) fue un empresario y político español.

Era hijo del empresario textil Domènech Sert y hermano de Francesc de Paula Sert, conde de Sert y de Josep Maria Sert i Badia, famoso pintor. Estaba casado con una hermana del abogado y político Josep Bertrán i Musitu, uno de los impulsores del Somatén en 1919.

Domingo Sert estudió ingeniería y obtuvo concesiones para el aprovechamiento de las aguas del Noguera Pallaresa en 1901. Formó parte de varias empresas privadas, contribuyendo con su hermano, el primer conde de Sert, a la creación de diversas industrias textiles y a la reforma de las instalaciones de las mismas. Era director de la sociedad Sert Hermanos.

Fue presidente del Fomento del Trabajo Nacional, cargo que ejerció entre 1922 y 1929 —coincidiendo con la dictadura de Primo de Rivera—. Durante tres años, presidió la sección de Industria de la Cámara de Comercio de Barcelona.

Fue elegido diputado al Congreso por el distrito electoral de Manresa en las elecciones generales de 1896 y por el de Tremp— dentro de la candidatura de la Lliga Regionalista— en las elecciones de 1901.

En julio de 1922 se celebró un acto de homenaje de simpatía al entonces gobernador civil de Barcelona, Severiano Martínez Anido, con ocasión de manifestar éste su intención de dimitir. El acto estuvo organizado por las corporaciones barcelonesas y durante el mismo Sert hizo un gran discurso como presidente del Fomento y como el gran promotor de la idea.

Domènech Sert y Jaume Cussó –entre otros muchos- estuvieron presentes cuando Primo de Rivera hizo una reunión durante la madrugada del golpe de Estado para informar sobre el manifiesto que inmediatamente enviaría al país.

El 14 de septiembre de 1923, un día después del golpe de Estado de Primo de Rivera, Sert, como presidente el Fomento, le enviaba a primo una nota de adhesión. Al mes siguiente, remitía de nuevo un mensaje al militar en el que le indicaba la necesidad de seguir en la misma línea de actuación y le ratificaba el apoyo de él y del Fomento.

LOS PROHOMBRES DEL CORPORATIVISMO EN CATALUÑA

Caralt i Sala, Josep, conde de Caralt

Josep Caralt (Barcelona, 1862-Sant Andreu de Llavaneres, 1994) procedía de una familia de comerciantes originaria de Mataró. En 1905, dedicada a la hilatura de cáñamo, la empresa familiar se denominó Caralt y Compañía. En 1914, recayó la responsabilidad de este negocio, y de otros, en José de Caralt y Sala, contando ya cincuenta y un años, por la muerte del hereu, Delmiro de Caralt i Sala, su hermano mayor, en 1903.

Josep Caralt era ingeniero industrial (1883) en las especialidades mecánica y química, catedrático de Mecánica Industrial y de Estereotomía en la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona. Formó parte de la Comisión de Enseñanzas Industriales en representación de la industria española. Fue presidente de la Asociación de Ingenieros Industriales, delegado regio de la Universidad Industrial de Barcelona y miembro del Patronato de la misma desde su fundación, figurando como uno de los iniciadores de los estudios técnicos que tan alto pusieron el nombre de dicha institución barcelonesa.

Durante la primera década del siglo XX, Caralt pertenecía a las Juntas Directivas de diversas sociedades patronales de resistencia situadas en distintos barrios de Barcelona: Asociación de Fabricantes de Sant Martí de Provençals (1914), Asociación de Fabricantes de Sants-Hospitalet (1914) y Asociación de Fabricantes de Gràcia (1917).

El mismo año de 1914, Caralt presidía el Fomento del Trabajo Nacional. En esos años (1915 a 1919), también era vice-presidente de la Cámara de Industria y en 1922 era presidente de la misma.

Caralt jugó un papel señalado en el tema de la petición al gobierno central de una sindicación obligatoria y única, por ramos de industria, para obreros y patronos y el establecimiento de Cámaras Sindicales. Desde noviembre de 1918, junto con Lluis Ferrer-Vidal i Soler, en calidad de vice-presidente y presidente, respectivamente, de la Cámara de Industria, estas peticiones eran frecuentes. Apelaban a la tradición gremial catalana.

En el terreno político, Caralt militó primero en la Lliga. Como miembro de este partido firmó el Manifiesto sobre zonas francas (1915) patrocinado por ese partido. Pronto, no obstante, pasó a militar en las filas del Partido Liberal, y, en 1918, substituyó a Joan Ventosa i Clavell en el ministerio de finanzas de García Prieto. Contrario al proyecto de autonomía para Cataluña, firmó el manifiesto de constitución de la Unión Monárquica Nacional, siendo presidente honorario de dicha formación política, y, junto con otros españolistas catalanes, en 1919 consiguió del conde de Romanones el decreto de suspensión de garantías constitucionales.

Durante la dictadura de Primo de Rivera perteneció a la Unión Monárquica Nacional y, al estallar la Guerra Civil apoyó la sublevación militar contra el gobierno de la II República. El rey Alfonso XIII le otorgó en 1916 el título de conde de Caralt.

Cussó i Maurell, Jaume

Jaume Cussó (siglo XIX-Siglo XX), empresario catalán, en 1898 fundó la fábrica de pianos Ortiz & Cussó (1904), conocida como la Sociedad Franco-Hispano-Americana. Sus pianos ganaron algunos premios en la Exposición Universal de Milán de 1906 y la Exposición Universal de 1910, y fueron utilizados por compositores y compositores como Enric Granados y Arthur Rubinstein.

Como político, en el año 1920 se afilió a la Unión Monárquica Nacional (UMN), partido por el que fue diputado. La UMN fue fundada en 1919 bajo la presidencia del industrial de Terrassa Alfonso Sala, futuro conde de Egara. Las personas que la integraban tenían diversas ideologías de derechas –los había conservadores, liberales e independientes- y lo que les unía era su oposición a la Lliga Regionalista liderada, entre otros, por Francesc Cambó, que entonces era el partido hegemónico en Cataluña, al que acusaban de «separatista». Sin embargo, la UMN no integraba a todos los que apoyaban a la Monarquía de Alfonso XIII en Cataluña, ya que existía la Federación Monárquica Autonomista (creada en 1918) vinculada a la Lliga.

En el plano económico, de 1918 a 1922 fue presidente del Fomento del Trabajo Nacional. Ello quiere decir que durante esos cuatros años de continuos disturbios en Barcelona el dirigía esta potente organización patronal.

A principios de 1919, cuando se declararon en huelga los obreros de «La Canadiense», los trabajadores de la fábrica de pianos de Cussó fueron de los primero de solidarizarse con ellos, yendo a la huelga.

También por esas fechas, como directivo del Fomento del Trabajo Nacional, tuvo que decidir si esta organización pasaba a formar parte de la Federación Patronal de Barcelona, reorganizada a raíz de los conflictos de «La Canadiense», si se enrolaba en la Federación Metalúrgica, liderada por Eloi Detouche, o si permanecía al margen.

Durante los citados conflictos, escribía a su amigo, el presidente del Gobierno, conde de Romanones, solicitándole que concediese fuero militar a los Somatenistas y que todo atentado perpetrado contra ellos fuese juzgado por el fuero de guerra.

El 7 de enero de 1920, un día después del atentado perpetrado contra Fèlix Graupera, presidente de la Federación Patronal de Barcelona, y, en medio del locaut, Cussó iniciaba un proceso de organización para formar un Comité permanente de «fuerzas vivas» que actuarían mientras durasen los conflictos. Este Comité envió cartas y telegramas a los dirigentes de distintas corporaciones quejándose de la falta de actuación de los poderes públicos e invitándoles a concentrase en Madrid para visitar a miembros del Gobierno e incluso al rey. El 30 de enero de ese año, enviaba una carta al primer ministro pidiendo competencias locales en lo que respecta al orden público y solicitaba que urgentemente colocasen en Cataluña un capitán general y en la provincia de Barcelona un gobernador civil de acuerdo con sus intereses. En la misma carta, pedía que, con urgencia, se estableciese la sindicación obligatoria y única, por ramos de industria, para patronos y obreros.

Cuando por allá el mes de junio de 1920 Francisco Maestre Laborde-Bois, conde de Salvatierra ​ (Valencia, 1872-Valencia, agosto de 1920), cesó de su cargo y le sucedió en el puesto Federico Carlos Bas (Alicante, 18 de octubre de 1873 – 23 de diciembre de 1938), Cussó, como muchos miembros de la patronal catalana, se sintió frustrado. Se iba el hombre que había gobernado Barcelona con mano de hierro. Por ello, en nombre de las corporaciones barcelonesas, pedía al Gobierno un Tribunal más expeditivo, un procedimiento más rápido para los delitos sociales y la abolición del Jurado llamado popular. También solicitaba que se dieran órdenes a Bas de que podía llevar a cabo una represión mayor. Cussó ofrecía al Gobierno todo su apoyo. Al tiempo, viajó a Madrid para presionar sobre el Gobierno para que destituyera al ministro de la Gobernación, José Bergamín. El viaje representó un éxito (se destituyó a Bergamín), por lo que Cussó se quedó durante un tiempo en Madrid para presionar más de cerca sobre los círculos de poder político (¿y económicos tal vez?). Y, en nombre de las corporaciones barcelonesas, solicitaba que se impusiera un nuevo impuesto para construir más cuarteles para la policía y guardia civil en Barcelona y cercanías.

El 30 de enero de 1921, Cussó escribía al presidente de la Cámara de Industria para comunicarle la conveniencia de convocar una manifestación de apoyo al que era en ese momento gobernador civil de Barcelona, el general Severiano Martínez Anido (Ferrol, Galicia, 1862 – Valladolid, 24 de desembre de 1938). Anido fue el militar que impuso la famosa «ley de fugas» contra los sindicalistas barceloneses. La llamada «aplicación» de la ley de fugas es un tipo de ejecución extrajudicial o paralegal, que consiste en simular la evasión de un detenido (especialmente cuando es conducido de una prisión a otra) para poder así suprimir la vigilancia de la fuerza que lo custodia y encubrir el asesinato del preso, alegando el precepto legal que permite hacer fuego sobre un fugitivo que no obedece al «¡Alto!» conminatorio de los guardias.

El día 11 de mayo de aquel mismo 1921 se realizó, no una manifestación, pero sí un homenaje a Anido y Cussó hizo un discurso, entre en el que otras cosas señaló: «Hacía falta un hombre enérgico y firme y éste ha sido el señor Martínez Anido», siendo además el portavoz de las cartas de adhesiones de las entidades y particulares que se sumaron al homenaje (102.093 particulares, 253 sociedades y 83 ayuntamientos).

Jaume Cussó fue uno de los prohombres catalanes que la madrugada del golpe de Estado de 1923 estuvo al lado del capitán general Miguel Primo de Rivera.

El 1922 el rey Alfonso XIII le concedió el título de vizconde.

Durante la dictadura de Primo de Rivera, por Real Decreto-Ley de 8 de marzo de 1924, se creó el Consejo de la Economía Nacional, donde Cussó tuvo un cargo relevante. Desde este puesto, en 1926 se encargó de negociar un tratado comercial con Alemania hasta que se descubrió que le pagaban los alemanes. Francesc Cambó, líder de la Lliga Regionalista, lo desenmascaró y fue condenado por un «Tribunal de Honor» de presidentes del Fomento del Trabajo Nacional. Quizás esa sea la razón de que sea el único presidente de la entidad que no tiene retrato en su sede.

Ferrer-Vidal i Soler, Lluis

La saga de los Ferrer comienza con Josep Antoni Ferrer i Roig, fabricante de toneles en Vilanova i la Geltrú. Su hijo, Josep Ferrer Vidal (Vilanova i la Geltrú, 1817-Barcelona 1893) fue fabricante de tejidos, político y escritor. Consiguió una gran fortuna y diversificó sus inversiones entre la banca, las sociedades ferroviarias y el comercio.

Su segundo hijo, Lluis Ferrer-Vidal i Soler ((Barcelona, 1861-1936), era ingeniero y publicista.

Presidió el Fomento del Trabajo Nacional entre los años 1901-1905. Fue, también, presidente de la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País y de la Cámara de Industria de Barcelona. Preocupado por los temas de carácter benéfico, en 1904, fue el fundador y presidente de la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros. Fue vice-presidente y tesorero del Patronato de la Universidad; miembro de la Comisión Ejecutiva del Patronato de la escuela Industrial y vocal del Patronato para menores abandonados y presos. En 1917 era director general de Aduanas, y, dos años después, presidía el Consejo Superior del Fomento. En 1901, junto con su fiel amigo y cuñado de su hermano, Eusebio Güell y Bacigalupi, I conde de Güell, fue uno de los fundadores y gerente de la primera fábrica de cemento Portland con hornos rotatorios establecida en España (ASLAND, S.A.).

Como escritor fue muy fructífero. Junto con Francesc Moragas, redactó el «Ideari de previsió social», de la Caja de Pensiones.

En el campo político, en 1901 fue uno de los fundadores y presidente de la Lliga Regionalista. Por dicho partido fue diputado y senador.

De concepciones corporativistas, tres meses después de la imponente huelga general de Barcelona de enero de 1902, siendo presidente del Fomento del Trabajo Nacional, pidió al gobierno que se concediese la posibilidad de establecer «el gremio moderno» o la «unión de agrupaciones de un mismo ramo de patronos y obreros».

Desde noviembre de 1918, Ferrer-Vidal, como presidente de la Cámara de Industria, junto con el presidente del Fomento, Jaime Cussó, venía solicitando al gobierno medidas para establecer la sindicación obligatoria de patronos y obreros y la creación de Cámaras Sindicales. A principios de 1919, estos dos personajes, junto con el conde de Caralt, escribieron varias cartas sucesivas al conde de Romanones. Apelando a la tradición gremial catalana, solicitaban el establecimiento de la sindicación obligatoria y única, para patronos y obreros, por ramos de industria.

Rusiñol i Prats, Albert

Albero Rusiñol (Barcelona, 1862-1928) fue fabricante y político. Era autor del famoso autor dramático, pintor y coleccionista Santiago Rusiñol, el cual le confió a su cuidado todos los asuntos familiares (Hilaturas Rusiñol Hermanos, situada en Manlleu). Huérfano de padre, Albert entró a trabajar con su abuelo pronto, a los 15 años; a los 17 entró a formar parte de la fábrica de hilados de algodón de Rafael Darnés, en la que hizo prácticas de maquinaria y poco después volvió a trabajar en la empresa familiar, pasando a ser su director-gerente.

En 1899, fundó la Asociación de Fabricantes del Ter. Desde ese cargo, dos años después, ordenó el cierre patronal de sesenta y nueve fábricas como respuesta al conflicto obrero que había estallado en la cuenca del río Ter; esto provocó que 15000 trabajadores perdieran sus puestos de trabajo, lo que sería aprovechado por los industriales para imponer unas condiciones laborales más duras.

A principios de siglo, entre 1899 y 1901, fue presidente de Fomento del Trabajo Nacional, que actuaba como lobby proteccionista. Fue, también, presidente de la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País. Desde este cargo, el año 1919, después de la epidemia de gripe que asoló a tantos países, inició una subscripción por la que se recaudaron, en quince días, 750.000 pesetas. Además, fundó un patronato con un capital de 350.000 pesetas para los huérfanos de las víctimas de aquella pandemia.

A comienzos de 1902, recién elegido diputado de la Lliga, mantuvo un agrio debate parlamentario con el presidente del gobierno, el conservador Eduardo Dato, a cuenta de la Ley de Accidentes del Trabajo —a la que se oponía—, proponiendo como «saludable alternativa» los logros del montepío patronal de Manlleu.

Presidió el Círculo del Liceo, la Sociedad de Seguros la Mutual Franco Española y de la Caja de Previsión y Socorro. Elegido vicepresidente de la Asamblea de Cámaras de Comercio de España, en 1900 ejercería como delegado del Gobierno en la Exposición Universal de París. También llegaría a formar parte de la junta de gobierno del Banco de Barcelona. En 1926 pasó a presidir el Círculo Ecuestre y el banco Vitalicio de España.

Militante del Partido Liberal, en las elecciones de 1893 obtuvo acta de diputado por Vic. Seis años después, mantuvo un enfrentamiento con el gobierno dirigido por Camilo Polavieja y Francisco Silvela, encabezando una campaña que reivindicaba un concierto económico para Cataluña, pero mostró un talante más conciliador durante el posterior conflicto que se conoció como el «cierre de cajas», en 1899.

En 1901, formó parte de la candidatura regionalista conocida como la de «los cuatro presidentes», que dio lugar a la aparición de la Lliga Regionalista que ganó las elecciones en Barcelona. En 1902, tras la muerte de Bartolomé Robert —presidente titular de la Lliga—, asumiría la presidencia del partido. ​ Rusiñol era la cabeza visible del sector más conservador y católico de la Lliga, ​ aunque los sectores catalanistas más recalcitrantes no le perdonaban su anterior etapa como cacique del Partido Liberal en Vic.

Bajo las siglas del nuevo partido concurrió a numerosos comicios, siendo elegido diputado por el distrito de Vic en las elecciones generales de 1905 y 1923, y por el distrito de Barcelona en las elecciones generales de 1901, 1903, 1914, 1916, 1918, 1919 y 1920.

Sedó i Guichard, Lluis,

Lluis Sedó (Madrid, 1873-Barcelona, 1952) fue industrial, abogado, economista y político.

Tras la defunción de su padre, en 1902, pasó a dirigir el centro industrial de Esparraguera, que en esta nueva etapa adoptó el nombre de Luis A. Sedó en Comandita, auxiliado por sus hermanos Artur y Martí. Además de continuar seguir impulsando la colonia industrial que creó su padre en Esparraguera, fundó y colaboró en varios negocios industriales y bancarios. Era vocal del consejo de administración de la empresa La Maquinista Terrestre y Marítima, siendo también accionista de esa empresa.

Su actuación en las corporaciones económicas empezó muy pronto; a los 28 años fue nombrado secretario del Fomento del Trabajo Nacional (1901) y el año 1911 llegó a ser su presidente. En 1912, al crearse la Cámara Oficial de Industria fue el primer presidente de la misma y preparó toda su organización con la ayuda de su secretario, Joaquim Aguilera. Al dejar la presidencia efectiva de la Cámara fue nombrado presidente honorario. Fue uno de los impulsores de la Mutua de Fabricantes de Tejidos, creada para abrir nuevos mercados a la exportación de la industria algodonera catalana tras la pérdida del mercado colonial.

En el aspecto político, en 1899 fue elegido diputado a Cortes por el partido Conservador, presentándose por el distrito de Sant Feliu de Llobregat. Por unos años dejó la política, pero en 1911 ingresó en la Lliga Regionalista, siendo elegido senador por Barcelona y reelegido en 1916, 1918, 1919 y 1921. A partir de 1912, fue asesor económico del político liberal José Canalejas. Participó en diversas comisiones parlamentarias y extraparlamentarias en el estudio de la autonomía de Cataluña (en 1913 y 1918). Fue uno de los principales promotores patronales de la Comisión Mixta, establecida en Barcelona en 1919 para la resolución de los conflictos sociales. En 1921, siendo Francesc Cambó ministro de hacienda y el presidente del gobierno el conservador Antonio Maura, fue nombrado gobernador del Banco de España, trabajando en la ley de ordenación bancaria. Posteriormente se retiró de la vida política.

Lluis Sedó jugó un papel muy destacado como promotor de la idea de establecer en Cataluña la sindicación obligatoria y única, para patronos y obreros, por ramos de industria. En este sentido, a principios de 1919, la «Comisión de Reformas Sociales», organismo dependiente de la Cámara de Comercio creado el 16 de de enero de 1902, elaboraba un informe que se puso a discusión en el Pleno de la Cámara de Industria, siendo presidente sedó: fue aprobado por unanimidad. El informe eran unas bases encaminadas a presentar al presidente del gobierno, el liberal conde de Romanones, un proyecto sobre sindicación forzosa. Se trataba de convencer a Romanones de que tuviera en cuenta este informe y desechase el que en aquellos momentos le presentaba el Instituto de Reformas Sociales, con sede en Madrid, que se inclinaba por la sindicación voluntaria. Y en el mes de abril de aquel mismo 1919, en medio de la huelga de La Canadiense, en una reunión celebrada en el Fomento, Sedó volvió a insistir sobre el tema señalando la importancia que tendría esta sindicación forzosa «que traerá automáticamente la disolución de los actuales sindicatos».

A partir de 1923, con la Dictadura de Primo de Rivera, pero también en los períodos siguientes, centró su actuación en los ámbitos industrial y financiero. En 1936 la empresa de Esparreguera se convirtió en sociedad anónima, con el nombre de Manufacturas Sedó, pasando él a ser su gerente. Durante la Guerra Civil pasó a la zona controlada por las autoridades franquistas, residiendo un tiempo en Sevilla. En los años siguientes al conflicto, la empresa alcanzó su máxima expansión, con centros en otras poblaciones de Cataluña y la incorporación de una producción en lana, seda y fibras artificiales.

Estuvo en posesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica.